RIVIERA Maya : Viaje del redescubrimiento

 

RIVIERA Maya : Viaje del  redescubrimiento

           Aterrizábamos  en el nuevo mundo en una de esas carabelas aladas actuales botadas por los señores  del tour operador como unos turistas más ilusionados con su viaje. Nos escapábamos al caribe en invierno llamados como no por su calor y exotismo pero buscando , como es nuestra costumbre, la cultura del lugar: Entre tantos  coloridos destinos habíamos escogido el del Dorado de  un Méjico ancestral de pirámides y jungla En un rincón del equipaje, traíamos  las mil y una historias leídas en los libros de nuestra infancia y juventud con la esperanza de hacerlos realidad..

            ¡Y vaya  que se cumplió! Optimistas nosotros que siempre sacan partido a los viajes , enseguida nos daríamos cuenta que aquello iba a superar, con creces, la mejor de las expectativas. Hasta el punto de confesarles que de conquistadores del siglo XXI pasábamos a conquistados desde los primeros compases y que si aquellos vinieron a traer tesoros, nosotros regresábamos con el espíritu lleno de descubiertas que quisiéramos contarles. Como aquellos indianos que volvían a su tierra para invertir aquí las riquezas cosechadas al punto que entonaban tangos de añoranza a sus Américas del alma, así nosotros les damos cuenta del provecho  acarreado en canto y pago agradecidos.

           Península del Yucatán, México; finales del año de nuestro señor 2010 y siendo rey Juan Carlos I de las Españas. El que suscribe, en nombre suyo y el de su esposa, conforme a las obligaciones y derechos contraídos da cuenta  pública, con la presente, de la relación de bienes que trae a su vuelta de la expedición a la Riviera Maya. Y que es la siguiente: :

 

  • El tratamiento de purificación  habido, en un mar de coral y aguas cristalinas, de todos nuestros sentidos, retomando fuerzas en una naturaleza virgen que nos devolvió al origen de muchas cosas.
  • El haber quemado como un mejicano más nuestro “viejo”, naciendo a un año nuevo auspiciado por el dios Hun Ab Ku; Hun , quitándonos la máscara a la vera de antiguos ritos y leyendas yucataneras
  • La grandeza de poder tocar las estrellas en aquellas playas caribeñas de arenas blancas que no queman y vivir grandiosos amaneceres.
  • Ser príncipes en Bahía Puerto y señores disfrutando de fiestas multitudinarias en aquella preciosa hacienda con la magia de avatares, bailes mayas y charros donde a la luz de las antorchas las nacionalidades brindábamos en deseos de amistad.
  • La oportunidad  de pasar del Méjico en carton piedra al real. Éste, que funde lo más moderno con lo más antiguo en un a explosión de colores , llegando a comprender que no sin lucha. Como ese deporte nacional con enmascarados ,  gasolineras con nombre de fraile y nombres indígenas, la virgen de Guadalupe y altares a los antepasados, el aprovechamiento de trastos y verdadero reciclaje, lápidas en cementerio con gracia…… La tranquilidad del mejicano, a veces  exasperarte  que a la postre estalla en Mariachi y el waka waka
  • Haber contrastado la riqueza del Puerto franco de Cancún u complejos hoteleros de 5 estrellas  con míseras aldeas  en un revival que a muchos nos traslada a nuestro boom turístico de los 60-70 pero … desde la otra rivera.
  • Poder contar nuevas experiencias  que sumar a nuestra particular enciclopedia: mono araña, loros, cocodrilos y tortugas; marsupiales de nombres impronunciables, termitas y la cal salvadora. El árbol bueno y a su lado el malo; cenotes sagrados y  el agave, verdadero oro blanco. El culto al maíz por el que aún  ponen los campos santos enfrente. Belenes  con  palmerales ambientados en sus costumbres  ancestrales y árbol de navidad palmera…
  • Reconocer los beneficios  del mestizaje al que tanto debe nuestra cultura: calendarios y templos del tiempo, juego de pelota y  sacrificios, dioses  y solsticios, jeroglíficos y el equilibrio de la naturaleza; llamadas de caracolas y sones de guitarrones en  danzas de todo tipo… Las huellas de tantos hombres  de los que también heredamos conocimientos y formas.
  • Sentir una lengua amerindia: el maya. Aprender de sus vocablos y usos donde el adiós es un qué bueno que nos juntamos; cómo estás en un cómo llevas tu camino; encantado de conocerte se convierte en muy feliz mi ser de conocerte. Un preocuparse por el otro más allá de la escueta comunicación reinante que habla de  la grandeza humana de este gran pueblo.
  • Tener la suerte de pasear por Chichen Itzá, monumento de la Humanidad y soñar en ver bajar a Kukulkan convertido en serpiente y perseguir ecos. Distinguir el Jaguar Negro en la necrópolis  de Ek Balam, atravesando puertas sagradas  y tratando de descifrar dibujos y construcciones. Corretear por la ciudad de  Tulum oteando el horizonte desde sus peñascos y atalayas y deambular por su costa. Subir a lo más alto de Cobá para sentirte supremo sacerdote  teniendo a tus pies aquella selva que rodea a la gran pirámide…Aquello era un viajar en el tiempo hasta otra Grecia antigua
  • El haber sido iniciados en el magnetismo y propiedades curativas de minerales y rocas: obsidiana, túmulos y pirámides
  • Bañarme en aquellos pozos sagrados  llamados cenotes y vivir la aventura del snorkel haciendo realidad mi sueño de bucear entre corales y rodeado de  bancos de curiosos peces.
  • Contar en suma, la sorpresa de ver tanta iguana y confesar perseguirlas; probar  in situ el chile habanero y las tortillas. Beber auténticas tequilas y caipiriñas. Sorber el agua de aquellos cocos y levantar aquel machete con que lo troceaban. Tumbarme en aquellas hamacas y soñar subirme en una de aquellas palmeras .Tocar rincones casi vírgenes de raíces dibujando mil figuras, apartando lianas y dejando huellas en  una arena inmaculada. Comer frutos que en nada conocía y tintarme las manos con pigmentos nada habituales.
  • Convertirme, finalmente, en lector y seguidor de todo lo referente a la cultura maya, ritos costumbres y ricas profecías

           Doy por acabado tal informe confesando  que allá dejé mi particular montículo de piedras, dibujando nuestros nombres en la arena en un muy particular calendario maya  con la esperanza que un nuevo ciclo lleve allí nuestras carabelas.


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