Sigo la costumbre de volver a poner los recuerdos de aquellas navidades de mi infanciaen las que decía...
"¡Jamás podré olvidar
lo que sentía en aquellas fechas navideñas de mi infancia! Entre garrapiñadas y
peladillas, entre turrones y boniatos, en largas mesas familiares con abuelos y
tíos a los que ya nunca podré abrazar, porque se fueron, casi sin avisar, en
alguno de esos insoportables espacios de tiempo que separan a una Nochebuena de
otra"
Vale que las de hoy sean todo un fenómeno mundial, un espectáculo de luz y color, de deseos de paz y amor, de interculturalidad y marketing, pero yo también pagaría , amigo Jorge, por volver a vivir las simples, locales y austeras navidades de antes.
Sabía que se acercaba como al
cochino esperaba su matanza. Había que ir a
esperar la chelvana que traía a mi hermano con su caja ,todo un lote de cosas sabrosas entre
polvorones, castañas y bebidas raras. Todos los de fuera volvían a casa por
navidad a los sones del Almendro, lo que a mi me tocaría después,. Raphael repicaba con su tamborilero y Perales cantaba que ya era Navidad.
La escuela y la parroquia montaban
el gran belén en la iglesia a lo Paco Martinez Soria . A los quintos de ese año
les tocaba plantar el pino en el centro la plaza y encaramarse a él pa
colgarle unas bombillas pintadas. El arbolico y belén en casa tardaría lo suyo y del papa Noel ni se sabía
ni se esperaba.
Otra vez ansío que sea la hora para salir a pedir el aguinaldo, cantando
campana sobre campana tocando mis campanilleros acompañando por la zambomba, pandereta, carraca
y castañuelas y cuella de amigos al
grito de saca la bota María para ir a
repartirnos cuatro caramelos, alguna pastica, naranjas o mandarinas.
En
la tele sonaba al mundo entero de la coca cola alrededor de un árbol luminoso y veíamos desfilar a las muñecas de
Famosa camino del portal en una general
electrica en blanco y negro que daba los especiales de Navidad y películas entre cortes del Lobo y Antiu Xixona. La radio
ponía su retintín en la lotería y los discos dedicaos de aquellos emigrantes por
Alemania
Tocaban a la puerta sereno, cartero y
guardias a pedir su particular aguinaldo que no sé por qué a ellos si que les
daban buenas perras. Llegaban las felicitaciones de los parientes lejanos , christmas decían que luego entendí que no era otro latinajo. En
el kiosko revistas y tebeos eran
especiales y hacían saltar mi imaginación al leer cómo se
celebraba la Navidad en otros lugares que yo no entendía: Lo de matar el pavo, los
urbanos rodeaos de regalos, el mercadillo navideño cargao de cosas
inimaginables...
Parece que veo ahí a mi madre ajetreaica con los preparativos. moliendo la almendra pal turrón, atesorando azúcar, coco y harinas, yendo y viniendo al horno. A la caza del calendario y enseñándome el zaragozano autentico galimatías que por entonces no entendía que fuera almanaque si no tenía los numericos y aquellas láminas y retratos todo un arte a mis ojos.
Vacaciones cortas entre calles vacías por ser
época de olivas y helarse uno con aquella
pana, tapabocas, felpa y calzones largos, gorra de orejeras que
poco podían con tanto carámbano en las canaleras y corrientes de aire
que te dejaban seco en aquellos días de escarcha y mucho frío. Con suerte
nevaba y allá que nos juntábamos la chiquillería a guerrear con la nieve y hacer muñecos y bolas
que lanzábamos por las cuestas.
Nochebuena
era la gran celebración a base de sidra
el gaitero que sólo los ricos bebían champán, en copas anchas, de esas que
ahora se usan para servir postres, De
acabar frente a la chimenea toda la familia
reunida y hasta vecinos con los
chascarrillos y villancicos de turno acompañadas de instrumentos variopintos y pelearnos por comerse el turrón blandico y las
nueces con higos. Poner oídos a la interminable historia del hombre de los 365 días
y la de aquel de tantas orejas y nariz
como quedaban al año. O a aquel cuento mágico de una pesebre en Judea
y 3 reyes magos... Como a las once y
media de la noche, acudíamos a la iglesia
helándote de frío pero enseguida te olvidabas escuchando los villancicos
cantados por el coro a la luz de los
cirios y la estampa de las figuras del belén gigante del altar mayor. La tal
misa del gallo acababa yendo a ofrecerle al niño sabrosas pastas y dulces que
después todos nos merendábamos entre parabienes
acompañadas con anís y mistela, A los chiquillos nos dejaban
probarlo que por entonces era bueno pa los huesos y daba buenas ganas de comer
como rezaba el anuncio de una famosa kina.
El fin
de año era de juerga y pa los jóvenes. Guateques en casa de alguno o fiesta en tal o cual discoteca. Merecería
capítulo aparte.
Los Reyes eran el remate y sólo para entonces que las tiendas del pueblo se llenaban de juguetes y cosas maravillosas que nos llevaban a dejarnos, embelesados, los mocos pegados en sus escaparates. Los reyes venían sí, pero sólo hasta el tablao preparado en la plaza donde no sé por qué siempre eran los mismos en recibir regalos mientras los demás nos teníamos que contentar en esperarlos a que llegaran por la noche a la casa. Claro que antes había que escribirles una carta .Bien larga que la hacíamos y bien que les poníamos de comer y beber en el balcón . Y ellos que bien pronto terminaban : el juego de carpintero o albañil, caballico con carrito de madera, la cartera de cartón y los lápices alpino. Por fin un juguete de cuerda y hojalata, coches de plástico ... Y como siempre te decían que este año los reyes no tenían mucho dinero, que no podían llevar tantas cosas, que estaban muy liados y como siempre, te lo creías. Acababas asimilando que eran los padres así que a la callada te conformabas y dejabas de no pedirles muchas cosas. Pero es lo que había apostillaba mi madre
Contento de haberme convertido en el patriarca al que a su casa se junta la familia en estas fechas tomando el testigo de mis antecesores no dejo de rebuscar en mis adentros para estar a la altura de aquellos años. Y vuelvo a la senda de aquellos recuerdos que enseguida me hacen aflorar sentimientos de sencillez y ternura, de penurias y sueños. Difícil reto éste , de hacer felices las navidades en una época de estar hartos de todo y todos así es que reivindico la de los viejos tiempos al grito de que pa navidades aquellas y que aquéllas de antes quisiera imitar.
Francisco Torralba Lopez
Navidades del 2014
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